jueves, 21 de abril de 2022

LINGÜÍSTICA

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LA POLISEMIA Y LA HOMONIMIA EN LOS VERBOS PRONOMINALES.

SU TRATO EN EL DICCIONARIO DE LA RAE. SU APLICACIÓN AL SCRABBLE. (Publicado en facebook a raíz de una pregunta).

Para muchos, en los años de instituto, lo de la polisemia y la homonimia fue una pequeña tortura que no se comprendía bien, entre otras cosas porque tampoco se solía explicar con precisión, y acababas memorizando la definición y un par de ejemplos por si salía en el examen. Voy a intentar aclararlo en las siguientes líneas, primero con ejemplos sencillos y luego, a raíz de una pregunta muy interesante que me hace Guillermo Dianda vía messenger, su aplicación práctica más compleja en scrabble en verbos pronominales, pero que admiten el imperativo clásico acabado en –d.
Sabemos que la lengua evoluciona con el tiempo, una evolución no tan lenta como la geológica, pero persistente. Todos los que hablamos español, catalán, francés o italiano entre otras muchas lenguas no hablamos más que un latín evolucionado (más bien degenerado). Ocurre que, a veces, dos palabras muy diferentes en origen, con el paso del tiempo confluyen en la misma palabra (mismo significante, lo que escribimos o pronunciamos).
Por ejemplo, si buscamos en DLE (Diccionario de la Lengua Española, el diccionario de la RAE de toda la vida) la palabra “hoz”, una de mis preferidas para hablar de este tema, nos encontraremos que aparece dos veces consecutivas el lema (‘palabra buscada’), con un índice correlativo, 1 y 2. Si vamos a esa “letra pequeña” que casi nunca leemos y es fundamental para el buen uso de un diccionario, de inicio nos da la etimología. En la primera entrada nos dice que el instrumento para segar procede de falx, falcis (acusativo falcem, que es desde donde evolucionan habitualmente los sustantivos y adjetivos). Y para la estrechez y profundidad de un río, nos indica que procede de faux, faucis (acusativo faucem). Erróneamente a menudo la gente piensa que la hoz de un río, por ejemplo las bellísimas hoces del río Duratón en la provincia de Segovia, recibe ese nombre por la forma curva en forma de hoz de segar que toma el río, sus meandros. Sin embargo, su origen está en lo que llamamos fauces, la profundidad y estrechez de la boca, normalmente en las fieras.
Si tomamos el dibujo de una Y y descendemos por ella, veremos que dos significantes confluyen en uno solo, pero permanecen separados sus respectivos significados. La homonimia puede darse con palabras idénticas, como hoz, o con palabras homófonas, (suenan igual, pero se escriben diferente): cabo / cavo; aya / haya; hola / ola.
Si tomamos la Y de nuevo, y la invertimos, tendremos una idea gráfica de la polisemia: un solo significante adquiere dos o más significados, es una sola palabra. En el diccionario tendrá una sola entrada con varias definiciones. A poco que leamos, comprobaremos que las palabras polisémicas son muy abundantes, aunque a menudo con significados muy próximos o relacionados entre sí. La adquisición de nuevos significados se consigue mediante procedimientos de lo más diversos: puede haber un fondo metafórico o metonímico, como por ejemplo en la palabra “banco”, pues el asiento se utilizaba al final de la Edad Media como signo de la empresa financiera. A cortar una comunicación telefónica se le llama "colgar" porque los primeros teléfonos se colgaban sus auriculares literalmente cuando querías finalizar la conversación.
Y ahora pasamos a una cuestión técnica del juego del scrabble. Una vez entendida la homonimia y la polisemia, llegamos a una serie de verbos que admiten la terminación –d para segunda persona plural de imperativo, y además admite el enclítico –se en infinitivo.
En principio esto es contradictorio, porque un verbo exclusivamente pronominal, como hoparse, exige para las formas análogas a "cantad" el enclítico: "hopaos". Como los enclíticos no están admitidos en scrabble, esta forma se considera para el juego incorrecta. Siempre he considerado que todo esto es contradictorio, porque si no admitimos el obligatorio enclítico para el imperativo, tampoco deberíamos poder admitir el –se del válido “hoparse”. La explicación puede deberse a que el infinitivo pronominal no solo es que tenga entrada propia lematizada, sino que además es la única que se encuentra.
Guillermo Dianda, en las listas de palabras que publica y tanta aceptación suelen tener entre jugadores novatos de scrabble, me envía una lista de 10-15 verbos que, además de admitir el –se enclítico en infinitivo, admite la –d para el imperativo. Para que un infinitivo admita el –se ha de ser exclusivamente pronominal; pero si es exclusivamente pronominal, no puede admitir –d en imperativo. ¿Cómo se soluciona esta aparente paradoja? Precisamente porque no se trata de un solo verbo, sino de dos o más lemas del verbo con diferente etimología, y entonces estamos ante el caso de homonimia previamente explicado. Tomaré algún ejemplo de los que me envía Guillermo, reservándole para su publicación el resto de la lista.
Arroyar / arroyarse tienen diferente significado y etimología dependiendo de si el verbo es o no exclusivamente pronominal: arroyar es formar arroyos o formar arroyadas y por tanto comparte con la palabra simple su etimología, por cierto, palabra no latina procedente de la Hispania prerromana. Con este significado además también puede ser pronominal. Sin embargo, “arroyarse”, como forma exclusivamente pronominal, significa contraer roya, una enfermedad de las plantas. Con estos dos significados se percibe claramente que son dos palabras diferentes, que confluyen en un solo significante, aunque con la variación pronominal. Por ello, en scrabble es válido arroyarse y arroyad, porque la primera pertenece al lema exclusivo pronominal y la segunda al otro lema no pronominal.
Igual ocurre con achuchar / achucharse: la primera la da como de origen onomatopéyico, y la segunda procede del tercer lema de la homonimia de “chucho”: del quechua chujchu, ‘frío de calentura’, y significa en la zona rioplatense 'tiritar'. Por ello, por tener doble entrada lematizada, al margen de las polisemias que pueda tener cada homónimo en sí, es por lo que en scrabble se validan tanto achucharse como achuchad.
Un verbo puede tener, bajo un solo lema, acepciones que son pronominales y otras que no, incluso muchas de esas acepciones pueden presentar ambas condiciones a la vez, a voluntad de quien las use. Por ejemplo, llover se usa como pronominal, lloverse, en su tercera acepción, pero carece de más lemas: "Dicho de una bóveda, un techo o un cubierto: Calarse con las lluvias".

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