jueves, 16 de junio de 2022

 

Azumbre / celemín


Solución de wordle

Solución a los wordle 120 y 121 del 15 de junio



En la foto, Cueva de Medrano, donde se gestó el nacimiento de El Quijote. Encima jugaremos el torneo de scrabble de este fin de semana, con la acogida de la estupenda gente de Argamasilla. Y si por mí fuera, lo jugábamos en la misma cueva, porque se está bastante fresco.


Enlazando con las antiguas leguas y millas de ayer, medidas de longitud para caminos, hoy tenemos las antiguas medidas de capacidad. Lo primero que hay que decir es que el sistema de medidas de la antigua España, que a su vez estaba separada en diferentes reinos, era muy heterogénea, y cada reino, y casi cada comarca y ciudad tenían su propia medida. Esta locura fue intentada solucionar en época de los Reyes Católicos, con visos a intentar cohesionar ambos reinos, pero tuvo escaso éxito.

El o la azumbre era más o menos el equivalente a los dos litros actuales en que se nos sirve la coca cola o similares en los supermercados. Una cantidad fácil de transportar y compartir con más gente en jarras de barro, en una época en que lo habitual era comer en compañía.


De la azumbre el diccionario nos dice que se usa más en femenino. Esa variabilidad del artículo probablemente sea debido a que comience por a, aunque sea átona. La etimología de azumbre deja patente su significado: procede del árabe "tumn", 'octava parte', que a su vez deriva de "tamaniya", 'ocho'. Esta unidad era la octava parte de la cántara, otra de las medidas básicas de líquidos, y su capacidad era en Castilla de poco más de 16 litros, "y de cabida distinta en otras regiones", según nos dice el diccionario, apuntando a la variabilidad geográfica mencionada. Como dos litros no eran muy manejables a la hora de comer, la azumbre se dividió en cuartillos, medio litro. Esta era la medida usual de servicio, especialmente si de vino se trataba. Pero hay que considerar que el vino que se podía servir en las tabernas era vino cristiano o bautizado, es decir, rebajado con agua, por lo que sus efectos alcohólicos serían menores. Por contraposición, el vino moro, es decir, el no aguado, era el que se tenía por vino de calidad. 


En el capítulo 10 de la primera parte de El Quijote, este revela a Sancho que sabe fabricar el magnífico bálsamo de Fierabrás, capaz de restituir la salud a Don Quijote aunque le hayan "partido por medio del cuerpo":


...sino que vuestra merced me dé la receta de ese estremado licor, que para mí tengo que valdrá la onza adondequiera más de a dos reales, y no he menester yo más para pasar esta vida honrada y descansadamente. Pero es de saber agora si tiene mucha costa el hacelle.


—Con menos de tres reales se pueden hacer tres azumbres —respondió don Quijote.


—¡Pecador de mí! —replicó Sancho—, pues ¿a qué aguarda vuestra merced a hacelle y a enseñármele?


Sin duda, Sancho ve un buen negocio. 

Celemín es palabra paralela a azumbre. De hecho, a pesar de parecer tan disímiles, comparten la misma etimología árabe, la "octava parte". Es una medida para áridos, y al igual que la azumbre se divide en cuatro cuartillos. Aunque sus medidas son variables, el celemín castellano venía a albergar algo más de cuatro litros y medio. Su función principal se usaba para el grano o las semillas, así que para hacernos una idea, si vaciamos una garrafa de agua de las de 5 litros del supermercado y casi la llenamos de grano, eso sería un celemín. 


Con 12 celemines obtenías una fanega, que procede a su vez de una palabra árabe similar que significa 'saco para acarrear tierra'. Personalmente me parecen sacos bastante grandes con esa capacidad, estaban fuertes, o yo debilucho. Y con cuatro fanegas hacías una "carga". El cahíz ya era superior carga, pero esta tenía una gran variación según regiones. 


Cafiz, marcada en el diccionario como desusada, da cahíz, por aspiración y enmudecimiento de la f intervocálica, fenómeno del que ya hablé en el artículo de las dehesas. Pertenece a esas palabras que denomino viajeras, que tanto me gustan, y de las que ya he escrito en algunas ocasiones más igualmente. Procede del griego clasico καπίθη kapíthē, de ahí pasa al árabe hispánico qafíz, y este del árabe clásico qafīz, que se adapta al castellano fonológicamente.


En El Quijote leemos en una carta de Teresa Panza dirigida a su esposo Sancho, con evidente parodia:

Pésame cuanto pesarme puede que este año no se han cogido bellotas en este pueblo; con todo eso, envío a vuesa alteza hasta medio celemín, que una a una las fui yo a coger y a escoger al monte, y no las hallé más mayores: yo quisiera que fueran como huevos de avestruz.

PALABRAS A RETENER EN SCRABBLE: 
Azumbre, celemín, cántara, fierabrás, cuartillo, fanega, cahíz, cafiz. 


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